Esta es una experiencia que viví hace 6 años, sigue pareciéndome interesante así que he decidido compartirla en este blog.
"En esta ocasión la oruga la encontré en una hoja de romanesco. Era muy pequeña y cuando se enrollaba parecía un pequeño excremento debido a su color grisáceo y marrón oscuro. La coloqué en mi bote de especias con una hoja de romanesco, pero a penas se movía. Al principio pensé que estaba enferma, pero cuando me fijé en que defecaba y aparecían mordiscos en las hojas de la planta me di cuenta de que esta oruga a diferencia de la anterior (Helicoverpa armigera) era muy poco activa. Se quedaba quieta en un sitio (supongo que para pasar más desapercibida) dedicándose a morder disimuladamente las hojas, e incluso se escondía entre varias si las ponías juntas. Lógicamente la cosa cambiaba si la dejabas sobre la palma de la mano, empezaba a caminar, en busca de alimento imagino. Y de verla tan pequeña, a cogerla ya en la última semana de su fase de oruga que estaba gorda como un choricito, y con unos colores más claros…No se podía decir que la tuviese mal alimentada, no. Hasta que llegó el día en el que dejó de comer y hacer deposiciones. Así que, habiendo buscado ya información, cogí tierra limpia de una maceta y la metí en el bote. En cuanto la notó se enterró corriendo, y dos semanas después busqué la crisálida y allí estaba…Del mismo tamaño y forma que la especie anterior (a pesar de haber sido una oruga y una polilla más grande). La enterré de nuevo con la cabeza hacia arriba a poca distancia de la superficie. Cuando salió no paraba quieta, apenas pude hacerla fotos y en cuanto podía se escondía en rincones oscuros. Finalmente la solté y para mi sorpresa no echó a volar, sino que se escondió entre unas hojas caídas de tonos similares a los suyos, supongo que esperando a que anocheciese.
Sus colores me recordaron a una especie de alfombra o manta de tonos otoñales." 10-04-2016
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