Siempre me han gustado los minerales, las rocas, las piedras del río o de los caminos. Es interesante contemplar su color y textura. Incluso en mi adolescencia me gustó estudiar geología, y me encantó descubrir como el tipo de magma y su velocidad de enfriamiento producen un tipo de rocas u otras (https://ciencia.unam.mx/leer/1247/rocas-mas-dinamicas-e-importantes-para-nuestra-vida-de-lo-que-pensamos). E incluso como el aire y el agua mediante la erosión crean las arenas más finas y bonitas del mundo. Pero hasta hace unos años nunca había buscado piedras y minerales con un fin mágico o esotérico.
Aún así guardé el mineral con mucho cariño, ya que si lo elegí de forma consciente e intuitiva fue por algo. Él está ahí para ayudarme a calmar el dolor... hace lo que mejor se le da hacer.
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