Hace años encontré en una tienda de barrio, un modesto tarro de mermelada de pimiento rojo. Nunca la había probado, pero me encantó. Y con una rodaja de queso de Brie, en una tostada... Aquello me pareció una delicia. Por lo que tengo que hacer mi propia mermelada de pimientos rojos y probarla de nuevo.
Compré 2 pimientos rojos muy rojos (uno era grande y el otro pequeño), ni muy duros ni blandos. Los lavé, retiré los corazones, y los corté en cuadrados. En una cazuela un poco pequeña añadí 3 dedos de altura de agua embotellada, 4 cucharaditas rasas de azúcar, y los pimientos rojos troceados. Puse a fuego alto, removí, y cuando rompió a hervir bajé en fuego poco a poco hasta fuego medio-bajo. Puse la tapa de la cazuela y dejé cocer 30 minutos aproximadamente. Quedó agua y el pimiento cocido en su punto. Si queréis podéis dejar el pimiento así (cortado en cuadraditos) o triturarlo con la batidora (yo lo dejé con un poco de textura). Pude rellenar un tarro de 270 gramos netos (bien limpio), dejando un dedo de altura sin rellenar, cerrándolo y colocándolo boca abajo. Una vez pierde calor le di la vuelta y lo guardé en la nevera.
Y ya tan solo es sacar vuestras tostadas de pan favoritas (de supermercado o barra de pan cortada en rodajas y tostada en la plancha). Poner una lámina gruesa de queso de Brie y poner encima una capa de mermelada de pimiento rojo casero.
El pimiento rojo es dulce, así que he preferido usar poco azúcar y disfrutar más de mi salud y del sabor natural del pimiento rojo.
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