Hace años vimos este vídeo (https://www.youtube.com/watch?v=SHAeO6DPnek) del canal “Pilopi RECETAS de COCINA”. Nos pareció una idea atractiva, así que mi pareja se puso manos a la obra... y quedó para chuparse los dedos. Nos hemos pasado años sin repetirla y ahora que por fin hemos vuelto a prepararla he decidido hacer fotos y pasar a limpio la receta para colgarla en el blog.
Calentamos en una cazuela mediana a fuego medio: 300 mililitros de agua y 250 gramos de azúcar durante unos minutos. Mientras, cortamos en rodajas transversales 2 o más limones medianos (hasta tener 15 rodajas finas). Ahora removemos el agua con azúcar y cuando comience a hervir, añadimos las rodajas de limón (sin titos). Mantenemos a fuego medio durante 20 minutos, retiramos las rodajas a un plato, y el almíbar resultante de la cocción lo reservamos en una taza.
Exprimimos medio limón mediano, reservamos el zumo (sin titos), y luego aprovechamos la corteza y la rallamos guardándola en un plato. En un bol a parte mezclamos con unas varillas: 170 gramos de azúcar y 2 huevos, luego añadimos 1 yogur natural mezclando todo de nuevo hasta conseguir una masa homogénea. Después añadimos el zumo del medio limón y la corteza rallada, volvemos a remover. El siguiente paso es echar poco a poco 240 gramos de harina, mientras removemos y 1 cucharada con copete de levadura química para cocinar. Y por último, añadimos 130 gramos de mantequilla derretida, volviendo a mezclar bien toda la masa.
Derretimos una lámina de mantequilla, y con ayuda de una brocha de cocina untamos los moldes por dentro (pueden específicos para magdalenas o flaneras en su defecto). Es recomendable que sean moldes impermeables, que no dejen pasar el líquido. Colocamos una rodaja de limón confitado en el fondo de cada molde. Rellenamos, con una cuchara o una manga pastelera, hasta la mitad cada molde con la masa. Los meneamos un poco para asentar la masa, colocamos los moldes en la bandeja del horno un poco separados los unos de los otros, e introducimos la bandeja. Ponemos el horno a 200 grados centígrados, con calor sólo arriba durante 15 o 20 minutos (hasta que se doren un poco). Sacamos la bandeja del horno, dejamos que se templen los pastelitos, los pinchamos con un palillo de madera (tiene que salir limpio como indicativo de que la masa se ha cocinado), y los regamos todos con el almíbar de limón. Los pastelitos irán absorbiendo el almíbar adquiriendo un sabor increíble. Recomiendo comer solo uno al día.
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