Hace años encontramos esta receta en un recorte de vista, la realizamos, pero como se saltaron pasos en la explicación, quedó mal. Años después viendo un tutorial de cómo hacer otro tipo de postre con nata, descubrimos el secreto de la gelatina para evitar que la nata y el merengue caigan al rato de prepararlos en su punto. Aquí dejo la receta que sí ha funcionado, y con un toque a naranja.
Cogemos un bol de cristal amplio y limpio, y lo llenamos de agua hasta dejar cubiertas 4 láminas de gelatina neutra, y reservamos. Mientras en un recipiente grande agregamos 3 claras de huevo y las vamos batiendo, cuando el merengue este casi listo, ponemos en una cazuela 150 gramos de azúcar y 130 mililitros de agua. Dejamos calentar a fuego medio hasta que se forme un almíbar un poquito espeso (debe formar un hilo al dejarlo caer desde la cuchara a la cazuela). Cuando se consiga esa textura espesa pero liquida, escurrimos bien las laminas de gelatina y las mezclamos con el almíbar. Reservamos un momento el almíbar con gelatina, y terminamos de montar el merengue, (cuando demos la vuelta al recipiente y el merengue no caiga es que está en su punto).
Ahora comenzamos a mezclar el almíbar con el merengue sin dejar de batir, dejando caer un hilo casi constantemente. Una vez agregado todo el almíbar añadiremos 7 gotas de aceite esencial de naranja comestible (nosotros usamos “Esential’arôms”) y batiremos un poco más para integrarlo bien. Después en un molde para tartas de 15 cm de diámetro, vertemos todo el merengue y tapamos con un plástico de film transparente para que no haga costra. Lo guardamos en el frigorífico para que repose al menos 1 hora, pero si reposa 2 horas quedará más consistente.
Pasado ese tiempo ya solo queda desmoldar, servir y disfrutar.