Hará casi
un año comenzaron a quejarse en algunas herboristerías de que el dulce de
jengibre (en cuadraditos cual gominola azucarada) que les
suministraban, cada vez llevaba más azúcar y menos jengibre. Lógicamente en
muchos de estos negocios no interesa encarecer y devaluar el producto respecto
a sus cualidades medicinales. Hay mucha información falsa respecto al verdadero
potencial de esta raíz, pero lo que sí que puedo decir por experiencia propia es que ayuda a curar los catarros. A consecuencia de las advertencias de las
tiendas de herboristería comencé a buscar información en Internet. Y el
siguiente paso fue aprender a cocinarlo. Después de algunas pruebas y varios
tutoriales esta es la mejor forma que he hallado a la hora de usarlo como ayuda
en la prevención y cura de procesos catarrales.
Lo primero lógicamente, es comprar la raíz de
jengibre. Una vez estemos en casa, metemos el jengibre en un tupper cubierto de
agua durante 3 días (yo pego con celofán la etiqueta en la tapa del tupper por
si acaso). Pasados los 3 días, nos
ponemos guantes de látex o nilón (podéis usar unos de algodón debajo de estos).
Pelamos la raíz de jengibre con una cucharilla o un cuchillo, advierto de que
la piel es resbaladiza. Una vez pelado, os daréis cuenta de que huele mucho,
tened cuidado de lo que tocáis porque el jengibre crudo os puede irritar o quemar la
piel . Lo cortáis en láminas o trocitos, lo añadís a una cazuela con 1 o 2
litros de agua, y la mitad del peso del
jengibre en azúcar. Ponemos a hervir a fuego alto y cuando empiece la cocción lo bajamos
poco a poco a fuego medio. Si os gusta el jengibre os va a encantar el aroma
que libera al cocerlo. Dejamos hervir a fuego medio durante media hora, si
habéis troceado la raíz como yo debería hacerse en su punto. Lo escurrimos
guardando el caldo. Ponemos los trocitos de jengibre separados en varios
tuppers y los introducimos en el
congelador 24 horas. Al día siguiente los podéis despegar y guardar todos juntos en una bolsa
hermética. Dejándolos en el congelador para sacar un trocito unos minutos antes
de comerlo, ya sea cuando tenemos catarro o todas las mañanas (aviso de que pica
un poco). ¿Y con el caldo de cocción qué hacemos? Podemos meterlo en moldes
para hacer cubitos de hielo. Una vez congelados se desmoldan, guardándolos en
bolsas herméticas en el congelador. Así cuando tengas catarro o de vez en cuando, sacas 4 cubitos, los descongelas y te los tomas a modo de infusión dulce y con cierto punto picante (en un rato se pasa el picor). Advierto, esta receta no es para los que reniegan del picante.
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